jueves, agosto 31, 2006

(TRES)

Después de
haberlo visto
la escasez de un tiempo,
en medio de la
habitación,
con su imagen
de Mago,
sus palabras
me cubrieron
otra vez

-Hijo

sólo tus ojos
podrán verme como soy.-


dijo

y su piel
que era más joven,
recuerdo de la carne,
sonrió.

LOS “FALSOS-POETAS-ESCRITORES-DOCENTES” DE LOS TALLERES DE ESCRITURA

Primero, ¿se puede enseñar a escribir?, eso seguro, pero deberíamos comenzar evaluando al docente, ¿quién es, de dónde viene, adónde va?. Existe una rama de los talleres de escritura que están dados por gente que propugna términos como: “Todos pueden escribir”, esto es falso amigos, no todos pueden escribir, sería como decir que todos podemos ser músicos si lo deseamos, y bien sabemos que eso es imposible. Ahora, refiriéndome exclusivamente a los poetas que se prestan a dar talleres de escritura poética, debo reconocer que existe una minoría que son buenos poetas, con buenas intenciones, que realizan una buena tarea tratando de abrir cabezas, planteando libertades y acercando material de reflexión, lecturas importantes, pero lamentablemente existe una contrapartida formada por la gran mayoría (casi el 80% ), a los que pasaré a denominar “falsos poetas” o “poetas de nombre”, estos son los que ofician de poetas sin serlo y de docentes siéndolo menos, no por mala voluntad o encubrimiento de identidad, es más, muchas veces llegan a trabajar como redactores en periódicos, revistas de moda o en su defecto viven de dar clases donde “enseñan” a escribir a gente que escribe como ellos, o sea, generan falsos poetas bajo el falso dogma antes mencionado “Todos pueden escribir”.Los falsos poetas tiene su público, es verdad, venden sus libros, pero hay una forma clara de reconocerlos, están en todos los eventos, nunca terminan de decir nada, sus textos no se pueden terminar de leer sin un gran esfuerzo, carecen del elemento vital de la sugerencia y se exceden en palabras. Pueden llegar a ser peligrosos para el desarrollo intelectual de varias personas. No son aptos para el consumo humano. Son peligrosos, si, tienen su quintita bien armada y nunca dejarán de sentirse los mejores, llega un punto donde su tarea los ubica psíquicamente en un pedestal tan alto que no pueden bajar... y llegan a vivir de eso.